¿De dónde venimos?
redacción/AGENCIAS
NOTA PUBLICADA: 7/24/2010
Una reconstrucción científica de la fisonomía de una mujer, a partir de uno de los esqueletos humanos más antiguos encontrados en el continente americano, arroja nuevos indicios sobre el posible origen de los primeros habitantes del hemisferio.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) difundió las fotografías de la fisonomía reconstruida del cuerpo de una mujer que vivió hace entre 10 mil y 12 mil años en la costa del Caribe mexicano.
La reconstrucción de la mujer más antigua de México las podrán conocer los guanajuatenses en la Expo Bicentenario.
Por mucho tiempo, los antropólogos han considerado que los humanos emigraron al continente americano durante un periodo relativamente corto desde el noreste de Asia por un corredor temporal de tierra que se abrió en el estrecho de Bering.
Sin embargo, el arqueólogo gubernamental Alejandro Terrazas, afirmó que el panorama se ha complicado debido a que el rostro reconstruido de la mujer semeja más al de los habitantes de zonas del sureste de Asia como Indonesia.
“La historia no es así de sencilla”, dijo Terrazas. “Esto indica que el continente americano fue poblado con varios movimientos migratorios, no solamente a partir de una o dos oleadas procedentes del norte de Asia a través del estrecho de Bering, como refiere una de las teorías más divulgadas”, agregó.
“Nuestra posición hoy en día, gracias al estudio de La Mujer de Las Palmas, es que el modelo de las dos migraciones de paleoamericanos y amerindios es muy limitada. Lo que proponemos ahora es que los fenómenos de microevolución local fueron más importantes que las migraciones”.
La Mujer de las Palmas, como se le conoce, recibió ese nombre por la cueva inundada donde se ubicaron los huesos cerca de la localidad caribeña turística de Tulum. Los restos fueron recuperados en el 2002 después de que buzos los descubrieran.
En una de las fotos de la fisonomía reconstruida en tercera dimensión, la mujer tiene baja estatura, ojos llenos de vida y pelo ligeramente gris.
Debido a que las aguas inundaron la cueva donde murió o fue colocada después de su muerte, el esqueleto se conservó 90% intacto.
Arqueólogos y antropólogos fisonómicos establecieron que la mujer murió cuando tenía entre 44 y 50 años, medía 1.52 metros (cinco pies) y pesaba unos 58 kilogramos (128 libras).
Tras tomar algunas medidas, los expertos lograron calcular los músculos y otros tejidos que cubrían la cara de la mujer. Las medidas sirvieron de guía para que expertos en modelaje paleoantropológico completaran la reconstrucción fisonómica de la mujer en el establecimiento de Atelier Daynes, en París.
Conforme al modelo, la mujer era baja y robusta, de cara ancha, pómulos prominentes, labios delgados y escaso pliegue epicántico que caracteriza a los ojos de numerosas poblaciones modernas de Asia. En el modelo, la mujer está vestida con una túnica tejida que le cubre hasta las rodillas.
“Su estructura corporal, piel y ojos es semejante al de las poblaciones del sureste asiático”, dijo el INAH en un comunicado.
En la Era del Hielo
No tenía más de 50 años de edad cuando la Mujer de Las Palmas falleció en plena Era del Hielo.
10 mil años después, en 2002, sus restos fueron hallados por dos buzos en una cueva inundada cerca de Tulum.
Al encontrarse 90% del esqueleto en buen estado de conservación, los investigadores del INAH han podido hacer estudios profundos para conocer las características de esta mujer.
Debido a la excelente preservación de los restos, incluso se ha podido recrear la apariencia física de esta persona, que ha resultado muy cercana a la de la población del sureste asiático.
Ahora, el INAH ha revelado la apariencia de la Mujer de Las Palmas en una escultura expuesta en la muestra “390 ppm. Planeta alterado. Cambios climáticos y México”, en la Expo Bicentenario de Guanajuato.
La figura fue realizada a partir de estudios de antropología forense. La pieza, creada en Francia, muestra a una mujer de entre 44 y 50 años, con 1.52 cm de estatura y un peso de 58 kilos. Así fue en vida la Mujer de las Palmas, uno de los tres esqueletos más antiguos de América, hallados en cuevas sumergidas en la costa oriental de Quintana Roo, como parte del Proyecto Atlas Arqueológico para el Registro, Estudio y Protección de los Cenotes de la península de Yucatán, desarrollado por el INAH.
De acuerdo con el instituto, gracias a la reconstrucción a partir de la antropología forense, “por primera vez en México podemos ver cara a cara a uno de nuestros ancestros más remotos en el continente americano”.
En un comunicado se informa que la recreación de cómo pudo haber sido esta antigua mujer se hizo en un taller francés siguiendo los patrones establecidos por antropólogos físicos mexicanos, quienes trabajaron con el esqueleto encontrado por los espeleobuzos James Coke y Jerónimo Avilés, en la cueva Las Palmas, a 4.5 km de Tulum.
Alejandro Terrazas, antropólogo físico de la UNAM, dijo que la reconstrucción de La Mujer de Las Palmas en la escultura, realizada en el taller Atelier Daynés, se llevó a cabo bajos criterios de antropología forense, como datos de medición de la osamenta, con los que se obtuvo la apariencia física y la complexión.
La réplica de la Mujer de Las Palmas se realizó “apegándose a los criterios físicos que nosotros les indicamos, siguiendo las características en formas y medidas de la estructura del cráneo, así como el análisis de las impresiones de los músculos faciales que quedaron marcadas en los huesos”, explica Terrazas.
El antropólogo destaca que uno de los descubrimientos a partir del estudio del cráneo de la Mujer de Las Palmas es que su fisonomía no corresponde con las características de las poblaciones indígenas mexicanas y tampoco a los pobladores más antiguos de América, como los paleoamericanos y los amerindios. “Su rostro se asemeja más a la gente del sureste asiático, como la de Indonesia”.
Para el científico, esto indica que nuestro continente fue poblado con varios movimientos migratorios, no sólo a partir de una o dos oleadas procedentes del norte de Asia a través del Estrecho de Bering, como refiere una de las teorías más divulgadas.
Descubrimientos
El proyecto científico, del que forma parte el estudio de la Mujer de Las Palmas, continúa de manera interinstitucional con científicos del INAH, el Museo del Desierto, de Coahuila, y el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, bajo la coordinación del biólogo Arturo González.
Mientras, las investigaciones de antropología física las encabeza Alejandro Terrazas, con la colaboración de Martha Benavente.
Hasta el momento se ha logrado la recuperación y estudio de tres esqueletos: La Mujer de Las Palmas, La Mujer de Naharon y El Hombre de El Templo.
En la Expo Bicentenario de Guanajuato, en la que se exhibe la escultura de la Mujer de Las Palmas, ésta se encuentra acompañada de las reconstrucciones virtuales de los rostros del Hombre de Tepexpan (4 mil años aproximadamente), La Mujer del Peñón (10 mil 755) y el Hombre del Metro Balderas (10 mil 500 años), cuyos esqueletos representan los ejemplares más antiguos del Centro de México, y están bajo resguardo en la Colección Osteológica Precerámica de la Dirección de Antropología Física del INAH.
“La reconstrucción de los hologramas, en el Instituto de Investigaciones Antropológicas, se basó en estándares para poblaciones indígenas mexicanas que dan parámetros del ancho de la nariz, la forma de la boca y las órbitas de los ojos, entre otros rasgos; así se identificaron características del rostro definiendo cada músculo, glándula, tejido, grasa y grosor de la piel”, detalla Terrazas, quien dice, sin embargo, que sólo son aproximaciones, “nunca se podrá estar completamente seguro de cuál fue la fisonomía de los primeros pobladores de América.
Con información de AP y de El Universal